Un golpe de aire me despeina el cabello. Tirito y me ajusto el pañuelo bien al cuello. Me acurruco en mi abrigo, sentada en aquel banco abandonado del parque, mientras veo cómo la gente pasa a mi lado sin parar. Masas de gente. Personas enamoradas, parejas, o simples amigos que van en grupo. También hay personas mayores, algunas con bastón, otras más valientes, van andando sin esa ayuda. Yo me evado de mi alrededor mientras intento no congelarme por el frío que hace ahora mismo.
¿Dónde se ha metido este chico?
Miro el reloj, ya han pasado diez minutos desde que me llamó. Resoplo. Mi respiración se convierte en un pequeño rastro de humo que sale por mis labios. Vapor. Sonrío, siempre me ha parecido gracioso esto, aunque sea una tontería. Miro la hora de nuevo, ni siquiera ha pasado un minuto más. No sé por qué me preocupo tanto. Qué sé yo...
Una nueva oleada de aire me recorre todo el cuerpo y hace que me congele aún más de frío. Aproximo mis manos a mi boca y suelto todo el aire que puedo, luego las froto bien, con cuidado, para entrar en calor. Resoplo de nuevo. Justo cuando me empiezo a desesperar por la tardanza de Félix, ocurre algo parecido a nuestro encuentro mañanero. Me asusta posando sus heladas manos en mis hombros. Me hace pegar un respingo, miro hacia atrás y compruebo con alegría que es él.
Me levanto de mi asiento y le doy dos besos. Cordialidad. Le miro y me sonríe. Yo también lo hago.
- ¿Me has esperado mucho tiempo?
- Que va...
- Ya.
- ¿Ya empezamos?
- ¿Con qué?- Le echo una mirada fulminante y le pego un puñetazo en el brazo, sin demasiada fuerza para no hacerle daño.
- Serás...- Sonrío maliciosa.
- Guapo, atractivo, joven, de ensueño...
- Modesto, sobre todo...- Entorno los ojos y mi mirada vuelve a caer en sus ojos.
Él ríe y pasa su mano por mi flequillo, despeinándomelo. Me cabreo un poco pero se me pasa enseguida.
- No me digas que no te gusto...
- ¿Perdona?- Ese comentario me sorprende y a la vez me enfada. Me sonrojo.- ¿Tú? Pero mírate...
Él gira entre sí y se mira.
- ¿Qué? Tampoco estoy tan mal...
Le miro. Bueno, tiene razón, tampoco está tan mal después de todo... Sonrío y me vuelvo a sonrojar.
Él toma mi silencio por bueno y me mira de nuevo.
- Bueno, ¿quieres que vayamos a tomar algo?
Tardo en contestar unos segundos, pero al final acabo accediendo, al fin y al cabo ha venido para eso.
- Vale, vayamos a algún bar de por aquí.
Él asiente. Sonríe y me ofrece su mano. Yo, un poco extrañada, la tomo y comenzamos a andar por las calles de León en busca de algún lugar.
Durante el camino apenas conversamos, tan sólo lo justo y preciso. La conversación de antes pudo afectar algo y quizás mi silencio haya aportado más de lo que pensaba. Pero Félix es un amigo, sólo eso. Nos acabamos de conocer. Sólo es un amigo. Nada más. ¿O no?
Al fin, llegamos a un pequeño bar del centro de la ciudad. Nos sentamos dentro, un poco apartados del lugar y enseguida nos atiende una anciana que debe ser la dueña de esto. Tras un poco de silencio, Félix decide romper el hielo.
- Es bonito, ¿eh?- Yo asiento, aún no muy convencida. Él lo nota.- Ahora parece raro y quizás un poco pequeño, pero mira. Fíjate allí.- Señala una ventana bastante grande que parece dar a un patio interior.- De lejos no parece tan impresionante, pero acércate.
Yo obedezco y me levanto de la silla. Voy andando lentamente hasta aquel ventanal. A medida que me voy acercando allí, se pueden distinguir un gran, grandísimo jardín lleno de multitud de flores. Flores preciosas. Es un poco atípico para ese bar que desde fuera parecía tan pequeño y que contiene en su interior un bosque entero. Vuelvo la mirada a Félix sorprendida. Él me guiña un ojo y me sonríe. Me guía con la mano para que siga adelante. Yo le sonrío. Él me sigue con la mirada desde su asiento.
Sigo caminando y llego por fin al ventanal y a su inmenso jardín. Observo sus flores: Rosas, margaritas, claveles y miles de flores más cada una más impresionante que la otra, de muchos colores. Es precioso. Me quedo embobada mirando el paisaje. De repente noto unas manos en mi espalda. Me vuelvo. Es Félix. Me sonríe, yo le imito. Vuelvo la mirada al jardín. Me quedo embrujada ante las miles flores que descansan en el jardín. Son encandiladoras, asombrosas, mágicas.
Apoyo mi mano en la ventana, para intentar tocarlas. Sonrío.
Entonces Félix me mira y me guía con la mirada hasta un punto centrado del jardín.
- Mira allí, más lejos de los jazmines.- Me señala con el dedo.- ¿La ves?
Busco con mi mirada y mis ojos de abren de repente. No puedo creer lo que veo. Una rosa azul, es preciosa, es magnífica, es...
- Es mágica...- Félix ríe ante mi comentario.
- Sí, aquí todo es precioso, ¿verdad?.- Asiento.
- Es asombroso todas las flores que hay en este jardín.
- A primera vista engaña...- Se vuelve junto a mí.- ¿Qué te parece aquella rosa azul?
La observo de nuevo y me evade por completo su belleza, nunca había visto algo tan bonito.
- Es... es impresionante.
- No te esperabas este lugar tan embriagador para alguien como yo, ¿verdad?
Yo me quedo en silencio. Mejor no contestar. Él simplemente se limita a sonreírme. Para mi sorpresa, veo que se aleja de mí. Me quedo un poco sorprendida hasta que veo que va a hablar con la anciana que nos atendió antes. Ella le recibe con amabilidad, conversan unos minutos. Me miran y también al jardín. Unos segundos después veo que la mujer abre una puertecita que da al jardín, se adentra en él y corta con delicadeza la rosa que me embrujó. Aún me encuentro confusa. La anciana sale hacia el recibidor del bar y le entrega la rosa a Félix. Ahora lo entiendo todo. Veo acercarse a Félix a mi lado y me enseña la rosa azul que tiene entre sus dedos. Yo sonrío, como una niña. Cuando le voy a dar las gracias, a decirle que es el mejor amigo que he tenido nunca, que no me puedo creer que me vaya a regalar una rosa, una rosa azul, entonces me dice:
- Un beso.
- ¿Qué?.- Me quedo resignada y atónita.
- Un beso a cambio de la rosa.
¿Qué dices? ¡No pienso darte un beso!- Mi rostro parra a la indignación.
- Te he conseguido la rosa, la preferida de esa señora y la más extraña de todas, merezco una recompensa, ¿no crees?- Me hace un gesto de niño mimado.
- No pienso darte un beso, Félix.- Yo no me doy por vencida.
- Pues si no hay beso, no hay rosa y mira qué va a ser una pena, con lo bonita que es, ¿eh?- Me mira con ternura. Yo guardo silencio, resignada.
- Ya sabes que cómo soy y cómo estoy...
- ¿Y qué mejor para olvidar a un viejo amor que comenzar uno nuevo?
- Félix...
- Violeta...- Me imita. Me mira a los ojos.
- En serio, no puedo...
- ¿Lo has intentado?
- No, pero...
- Intentémoslo.- Me guiña un ojo.
- ¿Intentar el qué? Nos acabamos de conocer.
- Mejor razón. Así te olvidarás de tu exnovio. Pasa página Violeta, tienes que olvidar.
<< Fase tres: Salir y olvidarse de todo>>- Esa frase me fulmina.
- Yo...
- Inténtalo. No nos irá mal.
- Pero contigo...
- Te he regalado una rosa...- Observo la flor tan bonita que guarda entre sus dedos. Y es para mí... - Regálame tú un beso.
Le miro. Sus ojos verdes. Vaya, son preciosos también.
<<Intentálo, no perderás nada. Si te va bien ganarás la batalla del desamor y podrás vivir una bonita historia de amor y si te va mal... te llevas la experiencia>> Mi mente se va adaptando más rápido que yo.
Le miro de nuevo. Él me sonríe sensualmente. Me embruja, al igual que la rosa. Yo también sonrío y me acerco a él. Nuestras bocas se aproximas, nuestras miradas se cruzan, se fulminan. Cierro los ojos. Mis labios ya están muy cerca de los suyos, ya se tocan. Él me abraza, me besa. La rosa se escapa de sus manos. Se cae al suelo para ser testigo de nuestro primer beso.
¿Dónde se ha metido este chico?
Miro el reloj, ya han pasado diez minutos desde que me llamó. Resoplo. Mi respiración se convierte en un pequeño rastro de humo que sale por mis labios. Vapor. Sonrío, siempre me ha parecido gracioso esto, aunque sea una tontería. Miro la hora de nuevo, ni siquiera ha pasado un minuto más. No sé por qué me preocupo tanto. Qué sé yo...
Una nueva oleada de aire me recorre todo el cuerpo y hace que me congele aún más de frío. Aproximo mis manos a mi boca y suelto todo el aire que puedo, luego las froto bien, con cuidado, para entrar en calor. Resoplo de nuevo. Justo cuando me empiezo a desesperar por la tardanza de Félix, ocurre algo parecido a nuestro encuentro mañanero. Me asusta posando sus heladas manos en mis hombros. Me hace pegar un respingo, miro hacia atrás y compruebo con alegría que es él.
Me levanto de mi asiento y le doy dos besos. Cordialidad. Le miro y me sonríe. Yo también lo hago.
- ¿Me has esperado mucho tiempo?
- Que va...
- Ya.
- ¿Ya empezamos?
- ¿Con qué?- Le echo una mirada fulminante y le pego un puñetazo en el brazo, sin demasiada fuerza para no hacerle daño.
- Serás...- Sonrío maliciosa.
- Guapo, atractivo, joven, de ensueño...
- Modesto, sobre todo...- Entorno los ojos y mi mirada vuelve a caer en sus ojos.
Él ríe y pasa su mano por mi flequillo, despeinándomelo. Me cabreo un poco pero se me pasa enseguida.
- No me digas que no te gusto...
- ¿Perdona?- Ese comentario me sorprende y a la vez me enfada. Me sonrojo.- ¿Tú? Pero mírate...
Él gira entre sí y se mira.
- ¿Qué? Tampoco estoy tan mal...
Le miro. Bueno, tiene razón, tampoco está tan mal después de todo... Sonrío y me vuelvo a sonrojar.
Él toma mi silencio por bueno y me mira de nuevo.
- Bueno, ¿quieres que vayamos a tomar algo?
Tardo en contestar unos segundos, pero al final acabo accediendo, al fin y al cabo ha venido para eso.
- Vale, vayamos a algún bar de por aquí.
Él asiente. Sonríe y me ofrece su mano. Yo, un poco extrañada, la tomo y comenzamos a andar por las calles de León en busca de algún lugar.
Durante el camino apenas conversamos, tan sólo lo justo y preciso. La conversación de antes pudo afectar algo y quizás mi silencio haya aportado más de lo que pensaba. Pero Félix es un amigo, sólo eso. Nos acabamos de conocer. Sólo es un amigo. Nada más. ¿O no?
Al fin, llegamos a un pequeño bar del centro de la ciudad. Nos sentamos dentro, un poco apartados del lugar y enseguida nos atiende una anciana que debe ser la dueña de esto. Tras un poco de silencio, Félix decide romper el hielo.
- Es bonito, ¿eh?- Yo asiento, aún no muy convencida. Él lo nota.- Ahora parece raro y quizás un poco pequeño, pero mira. Fíjate allí.- Señala una ventana bastante grande que parece dar a un patio interior.- De lejos no parece tan impresionante, pero acércate.
Yo obedezco y me levanto de la silla. Voy andando lentamente hasta aquel ventanal. A medida que me voy acercando allí, se pueden distinguir un gran, grandísimo jardín lleno de multitud de flores. Flores preciosas. Es un poco atípico para ese bar que desde fuera parecía tan pequeño y que contiene en su interior un bosque entero. Vuelvo la mirada a Félix sorprendida. Él me guiña un ojo y me sonríe. Me guía con la mano para que siga adelante. Yo le sonrío. Él me sigue con la mirada desde su asiento.
Sigo caminando y llego por fin al ventanal y a su inmenso jardín. Observo sus flores: Rosas, margaritas, claveles y miles de flores más cada una más impresionante que la otra, de muchos colores. Es precioso. Me quedo embobada mirando el paisaje. De repente noto unas manos en mi espalda. Me vuelvo. Es Félix. Me sonríe, yo le imito. Vuelvo la mirada al jardín. Me quedo embrujada ante las miles flores que descansan en el jardín. Son encandiladoras, asombrosas, mágicas.
Apoyo mi mano en la ventana, para intentar tocarlas. Sonrío.
Entonces Félix me mira y me guía con la mirada hasta un punto centrado del jardín.
- Mira allí, más lejos de los jazmines.- Me señala con el dedo.- ¿La ves?
Busco con mi mirada y mis ojos de abren de repente. No puedo creer lo que veo. Una rosa azul, es preciosa, es magnífica, es...
- Es mágica...- Félix ríe ante mi comentario.
- Sí, aquí todo es precioso, ¿verdad?.- Asiento.
- Es asombroso todas las flores que hay en este jardín.
- A primera vista engaña...- Se vuelve junto a mí.- ¿Qué te parece aquella rosa azul?
La observo de nuevo y me evade por completo su belleza, nunca había visto algo tan bonito.
- Es... es impresionante.
- No te esperabas este lugar tan embriagador para alguien como yo, ¿verdad?
Yo me quedo en silencio. Mejor no contestar. Él simplemente se limita a sonreírme. Para mi sorpresa, veo que se aleja de mí. Me quedo un poco sorprendida hasta que veo que va a hablar con la anciana que nos atendió antes. Ella le recibe con amabilidad, conversan unos minutos. Me miran y también al jardín. Unos segundos después veo que la mujer abre una puertecita que da al jardín, se adentra en él y corta con delicadeza la rosa que me embrujó. Aún me encuentro confusa. La anciana sale hacia el recibidor del bar y le entrega la rosa a Félix. Ahora lo entiendo todo. Veo acercarse a Félix a mi lado y me enseña la rosa azul que tiene entre sus dedos. Yo sonrío, como una niña. Cuando le voy a dar las gracias, a decirle que es el mejor amigo que he tenido nunca, que no me puedo creer que me vaya a regalar una rosa, una rosa azul, entonces me dice:
- Un beso.
- ¿Qué?.- Me quedo resignada y atónita.
- Un beso a cambio de la rosa.
¿Qué dices? ¡No pienso darte un beso!- Mi rostro parra a la indignación.
- Te he conseguido la rosa, la preferida de esa señora y la más extraña de todas, merezco una recompensa, ¿no crees?- Me hace un gesto de niño mimado.
- No pienso darte un beso, Félix.- Yo no me doy por vencida.
- Pues si no hay beso, no hay rosa y mira qué va a ser una pena, con lo bonita que es, ¿eh?- Me mira con ternura. Yo guardo silencio, resignada.
- Ya sabes que cómo soy y cómo estoy...
- ¿Y qué mejor para olvidar a un viejo amor que comenzar uno nuevo?
- Félix...
- Violeta...- Me imita. Me mira a los ojos.
- En serio, no puedo...
- ¿Lo has intentado?
- No, pero...
- Intentémoslo.- Me guiña un ojo.
- ¿Intentar el qué? Nos acabamos de conocer.
- Mejor razón. Así te olvidarás de tu exnovio. Pasa página Violeta, tienes que olvidar.
<< Fase tres: Salir y olvidarse de todo>>- Esa frase me fulmina.
- Yo...
- Inténtalo. No nos irá mal.
- Pero contigo...
- Te he regalado una rosa...- Observo la flor tan bonita que guarda entre sus dedos. Y es para mí... - Regálame tú un beso.
Le miro. Sus ojos verdes. Vaya, son preciosos también.
<<Intentálo, no perderás nada. Si te va bien ganarás la batalla del desamor y podrás vivir una bonita historia de amor y si te va mal... te llevas la experiencia>> Mi mente se va adaptando más rápido que yo.
Le miro de nuevo. Él me sonríe sensualmente. Me embruja, al igual que la rosa. Yo también sonrío y me acerco a él. Nuestras bocas se aproximas, nuestras miradas se cruzan, se fulminan. Cierro los ojos. Mis labios ya están muy cerca de los suyos, ya se tocan. Él me abraza, me besa. La rosa se escapa de sus manos. Se cae al suelo para ser testigo de nuestro primer beso.

No hay comentarios:
Publicar un comentario