domingo, 27 de enero de 2013

Capítulo 11 Juegos con chocolate

''Sustituyamos el buenos días princesa, he soñado toda la noche contigo por el buenos días dormilona ya te empezaba a echar de menos ;)''
Sonrío. Sigo leyendo hasta el final:

'' Llámame cuando termines, princesa. Te quiero, no lo olvides nunca.''

Un millar de sensaciones a la vez me recorren todo el cuerpo. ¿De amor? Sí, creo que ya se puede decir bien claro: me he vuelto a enamorar. Le envío otro mensaje de vuelta:

'' Yo también te quiero, Félix.''

Pulso en enviar y a los pocos segundos puedo comprobar que le ha llegado.

Sonrío para mis adentros. Quién me diría a mí que volvería a enamorarme... Bueno, a ver, estaba claro que me enamoraría otra vez, pero no pensaba que en tan poco tiempo.

Pero es que aquel día... Una cosa llevó a la otra y sin saber muy bien por qué acabamos en la cama. Me encantó, me enamoré de él. Supongo que ya me ganó desde aquel día en el bar, cuando me regaló aquella rosa azul que fue testigo de nuestro primer beso.

Y ahora, casi a las nueve de la mañana, me dedico a buscar trabajo mientras él me espera en la que podría llamar ''casa'', ese hostal ya se ha convertido para mí en un hogar.

Durante varias horas voy vagando por las calles en busca de algún lugar dónde poder trabajar.

Sorprendentemente encuentro trabajo en aquel bar donde me llevó Félix aquel día. La señora al verme me ofreció el trabajo enseguida. Me hace mucha ilusión trabajar allí. Es un lugar que parece mágico... Es tan acogedor, tan lleno de recuerdos. Y lo que más me gusta es que voy a poder observar aquel maravilloso jardín cada vez que quiera. La señora me ha dejado que comience mejor mañana. Es un trabajo perfecto.

Salgo feliz de aquel bar y le envío otro mensaje a Félix contándole todo esto.

Al segundo me responde que se alegra muchísimo de que haya encontrado trabajo en aquel lugar.

''Ahora podríamos vernos''- le digo.

Él me envía un emoticono sonriente.

''Sigue hacia adelante y gira a la derecha''

''¿Qué?''- Le respondo sorprendida.

''Tú hazlo.''- Me dice.-'' Luego gira a la izquierda y verás nuestro destino''

Se desconecta antes de que pueda preguntarle algo más. ¿Nuestro destino? ¿Es... una metáfora? ¿Qué significa todo esto?

Decido seguir sus órdenes. Confusa, empiezo a caminar en la dirección que me ha dicho Félix.

Cuando llego, sólo veo una calle vacía. Parece que hay un bar. Mmm... ¿será aquí?

Sigo hacia allí y me fijo en su nombre: ''Los caminos del destino''

Ahora lo entiendo todo. O casi. No sé. Cuando entro me sorprende verle ahí, sentado en unas de las mesas del final.

Le sonrío sorprendida y él viene hacia mí y me saluda con un beso.

- Has tardado en encontrar esto, ¿eh?- Me dice observándome.

- Sí, es que... Jope, tanto misterio...- Los dos reímos.

- Buenos, ¿nos sentamos?- Me ofrece asiento y yo obedezco.

A continuación me besa suavemente y se sienta frente a mí.

- ¿Por qué sonríes?- Me pregunta.

- Por ti.

- Te quiero princesa.- Me mata con su mirada enternecedora.

- Y yo a ti, mi príncipe.- Le lanzo un beso con la mano. Él hace que lo coge y lo posa en su pecho.

Los dos reímos por este juego infantil.

A los pocos segundos, un camerero viene hacia nosotros y deja una bandeja con churros y dos tazas de chocolate sobre la mesa.

Yo observo confundida a Félix. Éste le guiña un ojo al camarero y tras reírse por mi gesto de sorpresa, me explica todo.

- ¿Qué es todo esto?- Pregunto confusa.

- Pues son churros, un par de tazas de chocolate y...

- Félix... ya sé lo que son...- Le miro irónica.

Él sonríe.

- Parece que hoy te he conseguido sorprender, ¿eh?- Asiento y él sonríe satisfecho.- Te diré qué es esto.- Me mira y me coge de la mano.- Te propongo un reto.

- ¿Un... un reto?- Ahora sí que no entiendo nada.

- Sí.- responde muy seguro.- Hay que adivinar preguntas sobre el otro, así sabremos hasta cuánto nos conocemos.

- Pero si apenas nos conocemos de una semana...

- Bueno, algo sabrás ya...- Me mira desafiante.- Si no aciertas la pregunta tendrás que dar un mordisco al churro.- Coge uno de la bandeja.- Mojado en esto.- Lo moja un poco en chocolate y me hace como que me lo das pero al final se lo come él.

Sonrío.

- Está bien.- Respondo.- Al final me va a gustar no acertar, me encantan los churros con chocolate.

- Ya, pero ahí no acaba todo.- Sonríe.- Tendrás que hacerlo con los ojos tapados.

- ¡¿Con los ojos tapados?!

- Sí, los dos nos los taparemos. Tú con tu pañuelo y yo con mi bufanda.- Ríe al ver mi cara de asombro.

- Y si acierto la pregunta, ¿Que pasará?

- Ya veremos, sorpresa.

- Ya veo que te gustan las sorpresas...- Digo con tono sarcástico.

- Sí, llevo sorprendiéndote todo el tiempo.- Me besa, saboreo el sabor a chocolate de sus labios.- Y aún no ha acabado el día.

Los dos reímos.

- Buenos, ¿aceptas el reto?.- Me extiende la mano.

- Por supuesto.- Le doy la mano.- Te voy a ganar.- Le miro desafiante.

- No cantes victoria aún.

Los dos reímos de nuevo.

- Bueno vamos a ponernos los pañuelos.- Él se pone el suyo y le hago aspavientos para comprobar que no ve nada.

Es verdad que no ve nada, sonrío.

- ¿Te has puesto el tuyo ya?- Me pregunta.

- Sí, sí.- Miento.- No veo nada.

- ¿Quién empieza?

- Tú.- respondo con una sonrisa pícara y cojo uno de los churros.

Él se ajusta bien el pañuelo.

- ¿Estás listo?.

- Sí.- responde decidido.

- Está bien, comencemos.- Empapo bien el churro en el chocolate.- Bien, comencemos.- Me carraspeo un poco la voz para hacerme la interesante.- ¿Cómo me llamo?

Él ríe por la pregunta.

- Emmm, no sé... ¿Violeta?- Ríe de nuevo.

- Tonto...- Me encanta cuando se pone así.- Bueno esta era muy fácil...

- Bueno, he acertado. Quiero mi chocolate.- Me lo pide como un niño pequeño, sonrío.

- Pero eso es si fallas, y has acertado cariño. Ahora toca sorpresa.

- ¡Pero yo quiero mi chocolate!- Me encanta que se ponga caprichoso.

''Y lo tendrás''- pienso pícara.

Bebo un poco de la taza y le beso tiernamente para que saboree el chocolate.

Los dos sonreímos cómplices de nuestros actos.

- Oye, pues me va a gustar a mí el juego del chocolate, ¿eh?.- Nos reímos a la par.- Venga, ahora te toca a ti.- Coge un churro con cuidado e intenta meterlo en la taza.

- ¡Cuidado, que la tiras!- Le aparto sin que se dé cuenta la taza para que no se caiga.

- Bueno, a ver... una difícil.- Se toma su tiempo para pensar.- Bien, ¿de dónde soy?

Mierda, no lo sé. Esta es difícil. A ver piensa, piensa...

- Ehm... No sé... ¿Madrid?- Digo una al azar.

- Meec error.- Dice intentando imitar el sonido de una sirena.- Soy de Burgos.- De Burgos, vaya, de Burgos... Me he equivocado.- Has perdido.- ríe.

Puedo ver como acerca el churro empapado de chocolate hacia mi cara. Eso me asusta. Al principio me aparto un poco pero luego decido dejar que me mache un poco, se iba anotar demasiado que he hecho trampas.

Lo pasa por toda mi cara hasta que al final consigo darle un mordisco. Sonrío satisfecha al fin.

- ¿Te he manchado mucho?- Pregunta sarcástico.

- No... Que va...- Me limpio toda la cara que me la ha dejado manchada de chocolate.

- Bueno ahora te toca a ti.- Me dice.- ¿No la pongas muy difícil eh?- Sonríe.

Pienso detenidamente una pregunta que le cueste responder. Hum... Ya está.

- Bien, ¿mi color favorito?- Ese siempre tiene truco.

- ¿Violeta?- Ríe.- No sé, como tu nombre.

- Qué sagaz.- Respondo con ironía.- Todos respondéis lo mismo...

- Entonces, ¿he acertado?- Me hace gracia que pregunte eso.

- Pues claro que no.- Río y mientras empapo bien de chocolate el churro, pienso que le voy a poner perdido.

Lo paso por toda su cara. Por la frente, por la nariz, por todos lados. Al final me da pena y le ayudo a que le de un mordisco.

- ¡He ganado, he ganado!- Dice gritando y se quita el pañuelo.

Me descubre haciendo trampas y sonríe.

- Claro, así me has puesto de chocolate.- Se limpia por toda la cara.

- ¿Me perdonas?- Digo mordiéndome el labio.

- Pues claro, perdedora.- Me acoge en sus brazos y me besa.- Y tramposa...

Yo me río y le beso.

- Sí, soy tramposa. Pero soy TU tramposa.

lunes, 7 de enero de 2013

Capítulo 10 Tú y yo. Aquí y ahora.

Le miro sonriente.

- ¿Y qué pretendes hacer ahora?- Es él el que sonríe ahora.

Se acerca lentamente a mi cara, me mira a los ojos. Nuestras miradas se cruzan. Mi vista se desvía a su boca. Me muerdo el labio. Mi tentación, él. Nos volvemos a mirar y cómplices de nuestros actos, acercamos nuestras bocas y formamos nuestro segundo beso. Un beso suave y tierno.

- Esto...- Disfruto de su boca mientras él sigue hablándome.- Ahora no vayas a salir corriendo otra vez, ¿eh?

- N.no, n.no tranquilo...- Consigo decir.

No sé cuánto tiempo nos estamos besando. A mí me parecen horas, las disfruto. Pero no deben haber pasados ni minutos. Yo quiero que sea eterno.

- Te quiero princesa.- Roza sus labios por mi cuello. Yo le acaricio suavemente por la espalda. Me dejo llevar.

Él me besa por el cuello, por el hombro hasta volver a mi boca. Eso me excita bastante y empiezo a perder el control de mi cuerpo.

Ahora mete su mano por debajo de mi camisa y roza mi piel con sus dedos. Yo suelto un suspiro. Félix está haciendo que me desate.

Yo también le beso por el cuello.

- Fé.Félix no... para...- Vuelve a besarme el cuello y me cuesta seguir hablando.- Para si no quieres que acabemos en la cama...

- ¿Y quién dice que no quiero?- Le miro excitada, de nuevo.

Está consiguiendo que pierda el control, pero eso me encanta. Hacía tanto que no sentía algo así...

Entonces él me coge en brazos mientras me besa de nuevo por el hombro, ahora pasa a mi pecho. Yo le agarro de la camisa con fuerza. Me deja caer en su colchón y a los pocos segundos le siento encima de mí.

Le acaricio su torso, le beso por todos lados. Me está desatando.

- Félix... estás seguro que quieres hacer esto...?- Le miro compungida.

- Sí, princesa.- Mueve su labio para formar una sonrisa.- Quiero hacerlo y quiero que sea contigo...- Yo suspiro satisfecha.

Vuelve a sorprenderme con su boca en mi boca, juntando nuestros labios. De nuevo un calor, a veces sofocante, me recorre todo el cuerpo.

Me vuelvo a desatar, vuelvo a perder el control. Pero ya no me importa, ya no me importa acostarme con él. Con Félix.

Fase tres finalizada. A punto de rozar la cuatro.

martes, 25 de diciembre de 2012

Capítulo 9 Un amor deshidratado necesita un cambio

Los días iban pasando. Y cada día que pasaba junto a él, me daba cuenta de que algo había cambiado en nosotros, ya no éramos los mismos. Éramos dos buenos actores que fingían quererse. Nuestro amor era falso, actuado. No sabía qué podría haber sido el fruto de ese cambio. Quizás forzamos demasiado el amor hasta agotarlo, hasta deshidratarlo. Volviendo a aquellos últimos días, los dos estábamos distantes, demasiado. Parecíamos simples desconocidos. Fue un cambio tan radical que no tuve tiempo de averiguar el por qué de todo esto. Me evitaba, rehuía mis miradas, apenas me hablaba. Eso me desmoralizaba bastante, pero yo no hacía nada diferente a lo que hacía él, yo también le evitaba y le rehuía, pero sólo porque él lo hacía. Pasamos varios días así, apenas hablábamos. Los días tan bonitos que pasamos juntos, todo ese amor incalculable juntos... Esos días parecían tan lejanos... Parecían haber desaparecido y no pretendían volver más. Nuestro amor se había roto. La magia se había esfumado y yo sabía el por qué. Pasé días culpándome de todo ello, machacándome a mí misma. Era todo un bucle de sufrimiento mutuo. Pasamos días fatales. Se iba de casa y no volvía hasta tarde. Tenía conversaciones infinitas desde el móvil con personas a quienes yo no conocía. Los días de novela romántica habían desparecido. Pero todo empeoró una semana después. Aquel día decidí ser yo la que saliera y no volviera hasta tarde. Él no me lo discutió, ya apenas conversábamos. Así que hice eso. Pasé todo el día fuera, con algunos amigos. Allí estaban algunos: Jesús, Merche, Daniel, Esteban y Alicia. Esa estúpida... ¿Cómo no lo vi venir? Tampoco era de esperar que mi mejor amiga se acostara con mi novio...
Aquel día, Alicia fue de las primeras en marcharse, decía que había conocido a un chico y que habían quedado aquella noche.

<< ¿Un chico? ¡Ya me contarás, eh!>>- Le dije. Quién me iba a decir a mí que en realidad se iba con mi chico. Recuerdo como me sonrió tras mi comentario y se fue de allí rápidamente.

Cuando llegué a mi casa, me extrañó ver todo apagado. Me preguntaba si Álex habría salido al igual que yo. No me sorprendía, ya no nos contábamos ni nos consultábamos nada.

Me encontraba agotada después de un buen paseo y varios cubatas. Tenía ganas de tumbarme y dormirme para dar la bienvenida a un nuevo y, quién sabe si no un feliz, día. Mi sorpresa fue que, al abrir la puerta de mi habitación, lo que me encontré fue a Álex y a Alicia en mi cama haciendo el amor.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Si tuviera que describir cómo me encuentro ahora mismo, no sabría cómo empezar. Tengo la rosa de Félix en mi mano, un dedo ensangrentado y dolorido y por mi mente fluyen rebosantes pensamientos, cada cuál más confuso.

Sí, me encuentro confundida, eso es.

Félix me quiere... ¿Félix me quiere? Ni siquiera tengo seguro eso... Ni siquiera sé si yo le quiero... Ni siquiera sé si hice bien al venirme aquí, a León, a cientos de kilómetros de mi ciudad para cambiar de vida...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Mis ojos se abrieron tan rápido cómo mi boca. El bolso cayó de mis dedos y dio un fuerte golpe contra el suelo. Estaba atónita. Los dos miraron hacia la puerta y me vieron. También se sorprendieron. Entonces Álex apartó cuidadosamente las sábanas, se levantó de la cama y vino hacía mí. Alicia se tapó el cuerpo con las sábanas y se apretó junto a ellas mientras me miraba con miedo.

- Violeta...- Álex intentó acariciarme el hombro, pero me aparté rápidamente.- Violeta...- Volvió a repetir mientras posaba sus dedos bajo mi barbilla

- Déjame.- Respondí secamente y aparté sus asquerosos dedos de mi cara.- Apártate de mí Alejandro.

Eso le dejó bastante tocado, jamás le había llamado así.

- Yo... sólo quiero explicarte...

- No tienes nada que explicar, ya ha quedado bastante claro.- Volvió a querer acercarse a mí.- ¡Apártate de mí! ¡Ni se te ocurra tocarme!- Le di una fuerte bofetada en la cara.

Tanto él como Alicia se quedaron sorprendidos. Yo comencé a llorar.

- ¡Fuera!

- Pero...

-¡Fuera he dicho! ¡No te quiero volver a ver en mi vida! ¡Márchate! ¡Esfúmate, véte de aquí como siempre haces!- Y le eché a patadas de mi piso. Le cerré la puerta en las narices.

Volví a la habitación y observé a la que antes era mi amiga, ahí, arrodillada en el colchón con la mirada llena de miedo.

- Y tú...- Me acerqué a ella lentamente, entre lágrimas.- De ti sí que no me lo esperaba...- Ella me miraba llorando también.- Tú eras mi amiga, Alicia...

- Yo... Lo siento...

- Oh, ¡y tanto que lo sientes! ¡Has destruido una pareja! ¡Eso te reconcomerá durante toda tu vida!- Le cogí del brazo y, junto con la sábana tapándole el cuerpo, le tiré fuera de mi habitación.- ¡Fuera! ¡Véte con él! ¡Acostaos todo lo que queráis! ¡Ya nada importa!- Perdí el control y la eché de mi piso al igual que a Álex.

Le eché una última mirada de odio y de tristeza a la vez. Recuerdo su mirada de desconcierto.

Volví dentro y rápidamente metí varias cosas de él en una maleta, la cerré bruscamente y abrí puerta. Aún seguían allí los dos. Les miré enfadada y arrojé la maleta por los aires haciéndola caer por las escaleras.

- ¡Ahí tienes tus cosas! ¡Ahora no quiero volver a verte jamás!- Cerré la puerta con un fuerte portazo.

Los vecinos debieron de ser testigos de nuestra pelea, de nuestra primera y única discusión que acabó con nuestro amor.

Caí al suelo de rodillas y comencé a llorar hasta que se me acabaron las lágrimas y la fuerza de seguir.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Aquellos recuerdos me fulminan. Es curiosos lo rápido que cambia todo en tan poco tiempo. Con lo bien qué nos iba... Con todo el amor que nos teníamos... Y ahora nos odiamos... Los recuerdos de aquellos días felices parecen de ensueño.

Ahora tengo la oportunidad de volverme a enamorar, de volver a sentir lo que sentí, de volver a ser feliz, de estar con otra persona que me merezca, que me quiera, que me haga sentir bien. Ahora tengo la oportunidad de empezar algo nuevo con Félix, de experimentar si nuestra amistad puede pasar a un nuevo paso, de arriesgarme, de cambiar.

<< Fase tres: Salir y olvidarse de todo>>

Hay que arriesgar, porque si no se arriesga no se puede saber si esto va a funcionar o no. Necesito olvidar, pasar página y Félix será la mano que me ayude a pasarla.

Le daré una oportunidad.

Salgo decidida de mi habitación y me dirijo hacia la de Félix. Llamo tímidamente, aún con la rosa en la mano. No pasa ni un segundo cuando me abre la puerta. Me mira extrañado. Yo le entrego la rosa en signo de una respuesta. Los dos sonreímos.

- Vaya, veo que has tomado la decisión adecuada. Intentaré que te guste la experiencia.

 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 8 Cambiaré

Nuestros labios se fundieron en un beso. Un largo y pasionado beso. Nuestro mundo se esfumó, sólo esixtíamos ella y yo. La abracé, a atraje junto a mí. La rosa cayó al suelo, no le di importancia, ahora sólo quería disfrutar de ella, de su boca. Comenzó a acariciarme el cuello, yo también lo hice. Unos segundos después nos separamos, nos recuperamos y nos miramos. Ella me miraba sorprendida, confundida. Su mirada se clavó en mis ojos. Yo le sonreí. Ella no lo hizo, permaneció mirándome y se fue sin más de aquel bar. Dejándome sólo con aquella triste rosa tirada en el suelo. La rosa que había visto nuestra primera muestra de amor. Y espero que no la última.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Entro en la habitación y cierro con llave. Me quedo apoyada en la puerta durante unos segundos. ¿Qúe me pasa? Ni siquiera soy consciente de lo que pasa a mi alrededor. Ni siquiera sé por qué he salido corriendo de aquel bar. Ni siquiera sé por qué le besé. Me siento confundida. No sé qué hacer a partir de ahora. Esto no tenía que pasar, no. Yo iba a buscar trabajo. Sólo eso. Yo quería comenzar una nueva vida. Salir y olvidarme de todo. Esto era lo que quería hacer. Félix me gusta, pero no sé si podría funcionar. Tengo miedo de que me hagan daño.

 
<<Ahora te da miedo aferrarte al amor aunque solo sea por segundo, por miedo a caer de nuevo en la tragedia y que te vuelvan a hacer daño>>

Miedo. Pero es Félix, ¿de qué tengo miedo? Él ha demostrado ser una migo, aunque aún no lo conozco demasiado pero... La rosa azul, aquel beso, su cariño el calor de sus labios. Me gusta, pero estoy muy confusa y no sé enlazar todo esto de una forma razonable. Mi cabeza dice que sí, pero mi corazón me lo impide.

Suspiro. Comienzo a vagar por la habitación. Voy hasta el baño y me miro en el espejo, igual que cuando estaba en mi piso. Mi piso... aún no hace ni un día desde que me fui y todo lo que me ha pasado... ¿Echo de menos mi antigua vida? Quizás, pero esta tampoco está tan mal. Quizás tendría que darle una oportunidad, quién sabe.

<< Mírate. Mira cómo has cambiado. No, no por fuera, sino por dentro. Esto te está cambiando Violeta. Y no debes renunciar a los cambios>>

Es verdad, no debo renunciar a cambiar. De echo, ¿no era eso lo que pretendía viniéndome aquí? Yo quería cambiar para olvidar a Álex, a Alicia... todo. ¿Debería darle una oportunidad a Félix?

Llaman a la puerta. Me dirijo hacia ella con desgana, ahora no quiero hablar con nadie. Cuando llego allí, la abro pero allí no hay nadie. Giro la cabeza para ver a los lados, pero nada. No hay nadie. Entonces miro al suelo y me encuentro tirada en él, la rosa azul. Aquella rosa azul. Mis ojos se empañan un poco y sonrío con pena. La cojo y cuando la tengo entre mis dedos noto un leve pinchazo en uno de ellos. Observo y veo que me he hecho sangre. Me he pinchado con una espina. Me froto el dedo dolorido y aparto el pequeño rastro de sangre, pero la herida está abierta y ahora tardará en sanar.

<< Esto me suena...>>- Pienso- <<Debe ser el karma>>

Aunque mi corazón esté herido, Félix no tiene que pagar por ello. Tengo que darle una oportunidad. Lo intentaré. Cambiaré, cumpliré mi objetivo. Fase tres: Salir y olvidarse de todo.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Capítulo 7 La rosa azul

Un golpe de aire me despeina el cabello. Tirito y me ajusto el pañuelo bien al cuello. Me acurruco en mi abrigo, sentada en aquel banco abandonado del parque, mientras veo cómo la gente pasa a mi lado sin parar. Masas de gente. Personas enamoradas, parejas, o simples amigos que van en grupo. También hay personas mayores, algunas con bastón, otras más valientes, van andando sin esa ayuda. Yo me evado de mi alrededor mientras intento no congelarme por el frío que hace ahora mismo.

¿Dónde se ha metido este chico?

Miro el reloj, ya han pasado diez minutos desde que me llamó. Resoplo. Mi respiración se convierte en un pequeño rastro de humo que sale por mis labios. Vapor. Sonrío, siempre me ha parecido gracioso esto, aunque sea una tontería. Miro la hora de nuevo, ni siquiera ha pasado un minuto más. No sé por qué me preocupo tanto. Qué sé yo...

Una nueva oleada de aire me recorre todo el cuerpo y hace que me congele aún más de frío. Aproximo mis manos a mi boca y suelto todo el aire que puedo, luego las froto bien, con cuidado, para entrar en calor. Resoplo de nuevo. Justo cuando me empiezo a desesperar por la tardanza de Félix, ocurre algo parecido a nuestro encuentro mañanero. Me asusta posando sus heladas manos en mis hombros. Me hace pegar un respingo, miro hacia atrás y compruebo con alegría que es él.

Me levanto de mi asiento y le doy dos besos. Cordialidad. Le miro y me sonríe. Yo también lo hago.

- ¿Me has esperado mucho tiempo?

- Que va...

- Ya.

- ¿Ya empezamos?

- ¿Con qué?- Le echo una mirada fulminante y le pego un puñetazo en el brazo, sin demasiada fuerza para no hacerle daño.

- Serás...- Sonrío maliciosa.

- Guapo, atractivo, joven, de ensueño...

- Modesto, sobre todo...- Entorno los ojos y mi mirada vuelve a caer en sus ojos.

Él ríe y pasa su mano por mi flequillo, despeinándomelo. Me cabreo un poco pero se me pasa enseguida.

- No me digas que no te gusto...

- ¿Perdona?- Ese comentario me sorprende y a la vez me enfada. Me sonrojo.- ¿Tú? Pero mírate...

Él gira entre sí y se mira.

- ¿Qué? Tampoco estoy tan mal...

Le miro. Bueno, tiene razón, tampoco está tan mal después de todo... Sonrío y me vuelvo a sonrojar.

Él toma mi silencio por bueno y me mira de nuevo.

- Bueno, ¿quieres que vayamos a tomar algo?

Tardo en contestar unos segundos, pero al final acabo accediendo, al fin y al cabo ha venido para eso.

- Vale, vayamos a algún bar de por aquí.

Él asiente. Sonríe y me ofrece su mano. Yo, un poco extrañada, la tomo y comenzamos a andar por las calles de León en busca de algún lugar.

Durante el camino apenas conversamos, tan sólo lo justo y preciso. La conversación de antes pudo afectar algo y quizás mi silencio haya aportado más de lo que pensaba. Pero Félix es un amigo, sólo eso. Nos acabamos de conocer. Sólo es un amigo. Nada más. ¿O no?

Al fin, llegamos a un pequeño bar del centro de la ciudad. Nos sentamos dentro, un poco apartados del lugar y enseguida nos atiende una anciana que debe ser la dueña de esto. Tras un poco de silencio, Félix decide romper el hielo.

- Es bonito, ¿eh?- Yo asiento, aún no muy convencida. Él lo nota.- Ahora parece raro y quizás un poco pequeño, pero mira. Fíjate allí.- Señala una ventana bastante grande que parece dar a un patio interior.- De lejos no parece tan impresionante, pero acércate.

Yo obedezco y me levanto de la silla. Voy andando lentamente hasta aquel ventanal. A medida que me voy acercando allí, se pueden distinguir un gran, grandísimo jardín lleno de multitud de flores. Flores preciosas. Es un poco atípico para ese bar que desde fuera parecía tan pequeño y que contiene en su interior un bosque entero. Vuelvo la mirada a Félix sorprendida. Él me guiña un ojo y me sonríe. Me guía con la mano para que siga adelante. Yo le sonrío. Él me sigue con la mirada desde su asiento.

Sigo caminando y llego por fin al ventanal y a su inmenso jardín. Observo sus flores: Rosas, margaritas, claveles y miles de flores más cada una más impresionante que la otra, de muchos colores. Es precioso. Me quedo embobada mirando el paisaje. De repente noto unas manos en mi espalda. Me vuelvo. Es Félix. Me sonríe, yo le imito. Vuelvo la mirada al jardín. Me quedo embrujada ante las miles flores que descansan en el jardín. Son encandiladoras, asombrosas, mágicas.

Apoyo mi mano en la ventana, para intentar tocarlas. Sonrío.

Entonces Félix me mira y me guía con la mirada hasta un punto centrado del jardín.

- Mira allí, más lejos de los jazmines.- Me señala con el dedo.- ¿La ves?

Busco con mi mirada y mis ojos de abren de repente. No puedo creer lo que veo. Una rosa azul, es preciosa, es magnífica, es...

- Es mágica...- Félix ríe ante mi comentario.

- Sí, aquí todo es precioso, ¿verdad?.- Asiento.

- Es asombroso todas las flores que hay en este jardín.

- A primera vista engaña...- Se vuelve junto a mí.- ¿Qué te parece aquella rosa azul?

La observo de nuevo y me evade por completo su belleza, nunca había visto algo tan bonito.

- Es... es impresionante.

- No te esperabas este lugar tan embriagador para alguien como yo, ¿verdad?

Yo me quedo en silencio. Mejor no contestar. Él simplemente se limita a sonreírme. Para mi sorpresa, veo que se aleja de mí. Me quedo un poco sorprendida hasta que veo que va a hablar con la anciana que nos atendió antes. Ella le recibe con amabilidad, conversan unos minutos. Me miran y también al jardín. Unos segundos después veo que la mujer abre una puertecita que da al jardín, se adentra en él y corta con delicadeza la rosa que me embrujó. Aún me encuentro confusa. La anciana sale hacia el recibidor del bar y le entrega la rosa a Félix. Ahora lo entiendo todo. Veo acercarse a Félix a mi lado y me enseña la rosa azul que tiene entre sus dedos. Yo sonrío, como una niña. Cuando le voy a dar las gracias, a decirle que es el mejor amigo que he tenido nunca, que no me puedo creer que me vaya a regalar una rosa, una rosa azul, entonces me dice:

- Un beso.

- ¿Qué?.- Me quedo resignada y atónita.

- Un beso a cambio de la rosa.

¿Qué dices? ¡No pienso darte un beso!- Mi rostro parra a la indignación.

- Te he conseguido la rosa, la preferida de esa señora y la más extraña de todas, merezco una recompensa, ¿no crees?- Me hace un gesto de niño mimado.

- No pienso darte un beso, Félix.- Yo no me doy por vencida.

- Pues si no hay beso, no hay rosa y mira qué va a ser una pena, con lo bonita que es, ¿eh?- Me mira con ternura. Yo guardo silencio, resignada.

- Ya sabes que cómo soy y cómo estoy...

- ¿Y qué mejor para olvidar a un viejo amor que comenzar uno nuevo?

- Félix...

- Violeta...- Me imita. Me mira a los ojos.

- En serio, no puedo...

- ¿Lo has intentado?

- No, pero...

- Intentémoslo.- Me guiña un ojo.

- ¿Intentar el qué? Nos acabamos de conocer.

- Mejor razón. Así te olvidarás de tu exnovio. Pasa página Violeta, tienes que olvidar.

<< Fase tres: Salir y olvidarse de todo>>- Esa frase me fulmina.

- Yo...

- Inténtalo. No nos irá mal.

- Pero contigo...

- Te he regalado una rosa...- Observo la flor tan bonita que guarda entre sus dedos. Y es para mí... - Regálame tú un beso.

Le miro. Sus ojos verdes. Vaya, son preciosos también.

<<Intentálo, no perderás nada. Si te va bien ganarás la batalla del desamor y podrás vivir una bonita historia de amor y si te va mal... te llevas la experiencia>> Mi mente se va adaptando más rápido que yo.

Le miro de nuevo. Él me sonríe sensualmente. Me embruja, al igual que la rosa. Yo también sonrío y me acerco a él. Nuestras bocas se aproximas, nuestras miradas se cruzan, se fulminan. Cierro los ojos. Mis labios ya están muy cerca de los suyos, ya se tocan. Él me abraza, me besa. La rosa se escapa de sus manos. Se cae al suelo para ser testigo de nuestro primer beso.

sábado, 17 de noviembre de 2012

martes, 13 de noviembre de 2012

Capítulo 6 ¿Sarcasmo?

Paseo por las inmensas calles de León. Miro de un lado para otro. Buscando algún lugar donde pueda trabajar.

Paseo por las calles. Por el momento nada. Paso firme, más bien lento.

Por cada paso que doy, me encuentro a una pareja de enamorados. Jóvenes y no tanto, besándose, abrazándose o simplemente cogidos de la mano. Parejas felices. Parejas fieles.

Suspiro y aparto la mirada. Vuelvo a suspirar.

Enamorados. Yo también lo estuve, pero quizás del hombre equivocado. Quizás no del hombre adecuado. Nos queríamos, nos amábamos, pero supongo que sólo era yo la que daba amor. Él sólo mentía. O simplemente nuestro amor entro a un punto muerto en el que ya no se podía hacer nada más y él decidió hacer lo que hizo. Aunque eso no lo justifica. Me mintió. Yo le quería y él me mintió.

Vuelvo la mirada a esas parejas enamoradas que pasan a mi lado, les miro de reojo y vuelvo cabizbaja. Sigo mi camino mientras permanezco con la mirada perdida.
Me evado de todo lo que me rodea, los recuerdos fluyen por mi mente como pequeñas diapositivas en movimiento. Mi corazón y todos mis sentimientos se rompieron en pedazos y los trozos desquebrajados que ahora nadan en mi interior no se han unido del todo. Quizás nunca se lleguen a unir de nuevo, quizás se queden así para siempre. Estoy dolida. La imagen de ellos dos... De él siéndome infiel. Infiel con mi mejor amiga, eso es lo peor. "Mejor amiga" , por supuesto.

Prosigo caminando y sin darme cuenta tropiezo con algo y me choco con una chica. Le pido disculpas, ella me sonríe cortésmente. La observo más atentamente y también viene acompañada por su pareja. Suspiro. Les tiendo una mirada de triste y sonrío sin ganas. Me aparto de ellos y sigo andando. Parece que siempre habrá algún obstáculo para mí.

Cuando parece que empiezo a deprimirme, mi móvil empieza a sonar por sorpresa. Lo cojo y sonrío al ver quién es. Descuelgo el móvil.

- ¿Félix?

- Vaya, veo que te acuerdas de mi nombre.

- Cómo olvidarlo...- Suelto una carcajada.

- Ya, ya.

- Bueno, ¿para qué querías llamarme?

- ¿Estás bien?- Esa pregunta me sorprende. Y más viniendo de él.

- Pues... pues claro.- Miento.- ¿Por qué no iba a estarlo?

- No sé, es que antes te vi con un poco de bajón y...

- No, bueno, no pasa nada. Ya estoy mejor...

- ¿Seguro? ¿No quieres que te acompañe a buscar trabajo ni nada?

- No, de verdad, en serio ya estoy mejor...

- De acuerdo, entonces voy para allá.- La respuesta me desconcierta un poco.

- ¿Qué? Pero si te he dicho que estoy bien, de verdad. No hace falta.

- Ya.- Hace una pausa.- Violeta, sé cuando me mienten.

- ¿A sí?- Pregunto como si nada.

- Sí, es un don.- Le oigo reírse.- Y tú estás mintiendo ahora mismo. Lo sé, lo noto.

- Ya.

- ¿Sarcástica?

- Que va...

- Ya.

Suspiro. Menudo tonto está hecho. Sonrío. Tonto, pero por el momento es mi amigo.

- Bueno, ¿entonces quieres que demos una vuelta?

- Eeem...- Me replanteo la idea. Hombre, tan mala idea no es. Así me despejo un poco.- Vale, me has convencido.

- Siempre lo hago.- Sonrío, sonreímos los dos. En las dos líneas.- ¿Dónde estás ahora mismo?

Miro a mi alrededor buscando algún cartel dónde ponga el nombre de la calle. Ahí esta.

- San Andrés. Calle San Andrés.- Vuelvo a mirar para comprobar que no me equivocado.

- De acuerdo, pues voy para allá. Espérame, ¿eh?

- No, me voy. Anda que...

- ¿Sarcasmo?

- ¿En serio?- Suelto un bufido.- ¿Te tengo que enseñar un cartelito cada vez que...?- Suspiro.

- Bueno, bueno.- Ríe.- Voy para allá.- Y cuelga.

Yo también lo hago. Guardo el móvil en mi bolsillo del pantalón y espero sentada en banco junto a una floristería.

Miro las flores. ¡Qué bonitas! Me podría regalar alguna... Ni siquiera sé por qué me planteo esto. De todas formas voy a salir a dar una vuelta con él, no es tan horrible como parece. ¿Sarcasmo? Quién sabe...