Fase tres: Salir y olvidarse de todo.
Cuando salgo por la puerta, salgo con ese objetivo. Deshacerme de esa casa y con ella, de todos los recuerdos que habitan allí.
Aún no sé cómo voy a hacerlo, supongo que no la venderé, por si después me veo en un apuro, poderme ir allí de nuevo. Aunque esa es la última de las posibilidades, volver allí de nuevo, a vivir.
Decido que la alquilaré y con el dinero que saque todos los meses del alquiler, podré pagarme los demás gastos.
Aún no sé donde ir. A donde mudarme. Tiene que ser lejos, muy lejos. No quiero convivir en el mismo ambiente o ciudad.
Pero no sé a donde ir. El país es tan grande, tengo tantas posibilidades...
Decidida, me voy hasta una tienda bazar y compro un cartel de "SE ALQUILA" grande y colorido para que se vea bien. Pago a la señora y me voy para mi casa.
Miro el móvil. Veo mis contactos y en ellos, algunos de mis amigos.
Pocos, pero se le pueden llamar amigos. Tampoco me deprime demasiado la idea de dejarlos atrás. No tengo un vinculo demasiado fuerte con ellos.
Pensándolo bien, no tengo nada ya en esta ciudad que me retenga en ella. Antes, ¿a quién tenía? A Álex, por supuesto. Bueno, y a esa zorra que iba de mi amiga, Alicia, y que después se tiró a mi novio. Amiga, sí claro...
En lo que le doy vueltas a todo esto, llego a mi casa y dejo el bolso colgado de la percha de la entrada.
Resoplo. Ya son las nueve y aún no he hecho nada de provecho. Bueno, sí, quizás la idea de mudarme sea algo importante.
Enciendo el portátil, mientras me hago algo de desayuno. Un par de tostadas servirán.
Entro en mi cuenta de correo electrónico y les envío un breve mensaje a mis amigos en el que les explico que me voy a hacer una nueva vida. Lejos, muy lejos. Les pido disculpas por ser tan brusca y les digo que les echaré de menos. Me despido con un beso y allí acaba el mensaje. Le doy a enviar y espero a que les llegue a cada uno. Luego cuelgo un anuncio en internet sobre el piso, dejo una pequeña descripción y el precio de alquiler. Cierro el portátil con alguna esperanza en que alguien se interese ya mismo por él.
Me termino el desayuno y me lavo los dientes rápidamente.
Examino toda la casa y me canso solo de pensar en la mudanza. Tendré que empezar ahora mismo a hacer las maletas, no cogeré demasiado.
Comienzo a hacer las maletas, meto toda mi ropa en una de ellas. Camisetas, vestidos, faldas, gorros y... una camisa de Álex. Una camisa azul claro. Muy bonita. Se la tuvo que dejar aquí ayer, con todas las prisas. Me fijo mejor y veo que en bolsillo de ella hay algo. Curiosa, meto la mano y lo que saco es un papel. Un papel bien doblado y que parece que tiene algo escrito. Lo abro sabiendo lo que me puedo encontrar y lo leo:
Te quiero, amor. No te olvides de tu pequeña Ali. Llámame luego. No tardes mucho. Un beso, Alicia.
Lo hago un gurruño, abro la ventana y lo tiro junto a su camisa azul. Lloro enfadada. O dolida, quizás. Ahora no sé muy bien cómo definir lo que siento.
Cuando se me pasa, sigo preparando todo, hasta sólo quedar lo básico. En el salón quedan algunas fotos, pero no me las voy a llevar. Las dejaré aquí y ya los que vengan alquilados, que hagan lo que quieran con ellas.
Cojo una de las que hay en la mesa y la miro atentamente.
"Tú decías que me querías. Y yo te amaba. Me mentiste. Me has hecho daño." Y tiro al suelo el marco con la foto haciendo que se rompa en mil pedazos, enfadada.
Cojo todas mis cosas y salgo de allí como puedo con las maletas.
Una última ojeada a la que ha sido mi nido de amor durante tanto tiempo y cierro la puerta sin más. Me voy. Me marcho con la esperanza de no volver jamás aquí.
Cuando salgo por la puerta, salgo con ese objetivo. Deshacerme de esa casa y con ella, de todos los recuerdos que habitan allí.
Aún no sé cómo voy a hacerlo, supongo que no la venderé, por si después me veo en un apuro, poderme ir allí de nuevo. Aunque esa es la última de las posibilidades, volver allí de nuevo, a vivir.
Decido que la alquilaré y con el dinero que saque todos los meses del alquiler, podré pagarme los demás gastos.
Aún no sé donde ir. A donde mudarme. Tiene que ser lejos, muy lejos. No quiero convivir en el mismo ambiente o ciudad.
Pero no sé a donde ir. El país es tan grande, tengo tantas posibilidades...
Decidida, me voy hasta una tienda bazar y compro un cartel de "SE ALQUILA" grande y colorido para que se vea bien. Pago a la señora y me voy para mi casa.
Miro el móvil. Veo mis contactos y en ellos, algunos de mis amigos.
Pocos, pero se le pueden llamar amigos. Tampoco me deprime demasiado la idea de dejarlos atrás. No tengo un vinculo demasiado fuerte con ellos.
Pensándolo bien, no tengo nada ya en esta ciudad que me retenga en ella. Antes, ¿a quién tenía? A Álex, por supuesto. Bueno, y a esa zorra que iba de mi amiga, Alicia, y que después se tiró a mi novio. Amiga, sí claro...
En lo que le doy vueltas a todo esto, llego a mi casa y dejo el bolso colgado de la percha de la entrada.
Resoplo. Ya son las nueve y aún no he hecho nada de provecho. Bueno, sí, quizás la idea de mudarme sea algo importante.
Enciendo el portátil, mientras me hago algo de desayuno. Un par de tostadas servirán.
Entro en mi cuenta de correo electrónico y les envío un breve mensaje a mis amigos en el que les explico que me voy a hacer una nueva vida. Lejos, muy lejos. Les pido disculpas por ser tan brusca y les digo que les echaré de menos. Me despido con un beso y allí acaba el mensaje. Le doy a enviar y espero a que les llegue a cada uno. Luego cuelgo un anuncio en internet sobre el piso, dejo una pequeña descripción y el precio de alquiler. Cierro el portátil con alguna esperanza en que alguien se interese ya mismo por él.
Me termino el desayuno y me lavo los dientes rápidamente.
Examino toda la casa y me canso solo de pensar en la mudanza. Tendré que empezar ahora mismo a hacer las maletas, no cogeré demasiado.
Comienzo a hacer las maletas, meto toda mi ropa en una de ellas. Camisetas, vestidos, faldas, gorros y... una camisa de Álex. Una camisa azul claro. Muy bonita. Se la tuvo que dejar aquí ayer, con todas las prisas. Me fijo mejor y veo que en bolsillo de ella hay algo. Curiosa, meto la mano y lo que saco es un papel. Un papel bien doblado y que parece que tiene algo escrito. Lo abro sabiendo lo que me puedo encontrar y lo leo:
Te quiero, amor. No te olvides de tu pequeña Ali. Llámame luego. No tardes mucho. Un beso, Alicia.
Lo hago un gurruño, abro la ventana y lo tiro junto a su camisa azul. Lloro enfadada. O dolida, quizás. Ahora no sé muy bien cómo definir lo que siento.
Cuando se me pasa, sigo preparando todo, hasta sólo quedar lo básico. En el salón quedan algunas fotos, pero no me las voy a llevar. Las dejaré aquí y ya los que vengan alquilados, que hagan lo que quieran con ellas.
Cojo una de las que hay en la mesa y la miro atentamente.
"Tú decías que me querías. Y yo te amaba. Me mentiste. Me has hecho daño." Y tiro al suelo el marco con la foto haciendo que se rompa en mil pedazos, enfadada.
Cojo todas mis cosas y salgo de allí como puedo con las maletas.
Una última ojeada a la que ha sido mi nido de amor durante tanto tiempo y cierro la puerta sin más. Me voy. Me marcho con la esperanza de no volver jamás aquí.

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