Tres de la tarde. Me monto en el coche y mientras meto la llave para arrancar, intento afrontar la nueva vida que intentaré tener. Aún no sé donde iré. Dejaré que sea la carretera quien me guíe hasta algún destino.
El piso ya está alquilado, hace varias horas que me llamaron un matrimonio joven para alquilarlo. Se quedarán bastante tiempo por lo que les he entendido. Trabajan aquí, creo. No sé. Y sobre la idea de las fotos, no tienen problema. Ya les he explicado lo ocurrido. Todo arreglado. Todo comprendido. Mi piso alquilado. Una nueva vida por comenzar.
Arranco, el motor comienza a sonar. Suspiro. Lo hago una vez más. Vista al frente. Estoy decidida. ¿Lo estoy de verdad? Sí. Me estoy intentando convencer a mí misma de ello. Piso el acelerador y comienzo a vagar sin ningún destino concreto por toda la ciudad. Cada vez me alejo más de ella. Le tiendo una larga mirada nostálgica y me despido de ella.
Después de unos minutos más, ya he pasado las afueras y me encuentro ya fuera de ella. Pienso en parar y echar la vista atrás, pero eso no me beneficiaría. Tengo que ser fuerte. Tengo que cambiar de vida. Y esto es lo que conlleva.
Mi móvil comienza a sonar repentinamente. No le presto atención a ninguna de las llamadas. Las ignoro. Son algunos de mis amigos buscando algún tipo de explicación concreta sobre mi ida. Cada vez que suena de nuevo, mi tentación de cogerlo aumenta, pero me freno a mí misma. No puedo tener nada de mi antigua vida. Eso sería retroceder de fases. Y ya debo de haber pasado a la quinta, supongo. Si es que hay quinta, no lo sé.
Decido encender la radio para distraerme un poco. Lo hago y comienza a sonar una de las canciones de Carlos Baute. Me acuerdo de los momentos con Álex y me enfado. La apago sin dudarlo. Esto no me ayuda. Nada en verdad. Me quedo en silencio con la sola compañía de mi yo interior.
Así van transcurriendo las horas hasta que decido que tengo hambre y paro en una pequeña venta cerca de la carretera. No tiene muy buena pinta. Ni siquiera sé dónde estoy. Supongo que bastante lejos de la ciudad, ya hace horas que la dejé atrás.
Entro en la venta, me siento junto a la barra y pido un bocadillo mientras el camarero no hace más que mirarme. Por lo que veo, debo ser la primera chica decente que pasa por aquí en semanas, ¿quizás meses? Quién sabe. El camarero me pregunta de qué quiero el bocadillo y le dejo que él mismo escoja. "Sorpréndeme."- Pienso. - "Seguro que lo haces mejor que mi móvil"
A los pocos minutos, ya tengo en mi mano un bocadillo de tortilla envuelto en papel. Le pago ante la atenta mirada de los demás hombres que toman copas junto a mí. Pago con desgana y me voy de allí en cuánto puedo. Esa gente no me gusta demasiado.
Me subo en el coche, pongo el bocadillo en el asiento de al lado y arranco de nuevo. No voy muy lejos de allí. Sólo unos cuántos kilómetros de aquel sitio, los suficientes para estar lejos de esa gente. Me detengo en el arcén, pongo las luces y comienzo a comer mi bocadillo.
Tiene un buen sabor después de todo. No es que el hombre se haya esforzado demasiado en envolverlo, pero bueno.
Me lo acabo enseguida, tiro el papel por la ventana y prosigo con mi camino.
Ya con el estómago lleno, comienzo a meditar la idea de que necesitaré un trabajo. Y un sitio dónde vivir, por supuesto. Quizás un piso alquilado me sirva. ¿Qué paradoja verdad? Huyo de mi vida pasada alquilando mi piso y ahora soy yo la que vivirá en una situación parecida a la del matrimonio a los que les he alquilado mi casa. Quién sabe qué me deparará el destino. Ojalá que me toque un casero bueno. ¿Así que ya tengo decidido que viviré de alquilada? A veces me sorprende lo rápido que tomo una decisión y la asumo.
Pasan varias horas más hasta que llego a una ciudad. Debo a ver llegado a Castilla y León por lo que parece. Miro los carteles y éstos me indican que he llegado a León. Medito la idea unas cuantas veces antes de volver a seguir mi camino. ¿Será esta la ciudad en la que mi vida cambiará? ¿Es esta la ciudad que quiero para pasar página? Antes de que pueda enlazar todos mis pensamientos y pueda crear una respuesta, un claxon de un coche me sorprende y hace que siga mi camino. Debo haberme parado demasiado en este semáforo. Arranco y sigo por la carretera. Para cuando me adentro en la ciudad ya tengo tomada una decisión. Sí, será aquí donde comience mi nueva etapa. Sonrío satisfecha por la decisión y comienzo a buscar algún sitio donde aparcar.
Paso la avenida. Observo la ciudad, la verdad es que he elegido bastante bien. La ciudad es preciosa. Veo coches pasar junto a mí, con mucha rapidez. La fugacidad de la ciudad.
Pocos metros más allá encuentro un sitio libre y aparco. Apago el motor. Paro un segundo para que todas mis ideas tomen un lugar determinado, se relajen. Tomo aire. Lo suelto. Esto lo repito varias veces más hasta que consigo afrontar que estoy a casi 400 kilómetros de mi ciudad, que aquí será donde emprenda una nueva vida, que no conozco a nadie aún y no sé a dónde iré. Poco a poco me relajo, cada vez más, pero nunca del todo. Ahora, al igual que cuando salí de mi casa, no sé que será de mí. No sé a dónde dirigirme. Sólo tengo una cosa clara: necesito un sitio para pasar la noche.
El piso ya está alquilado, hace varias horas que me llamaron un matrimonio joven para alquilarlo. Se quedarán bastante tiempo por lo que les he entendido. Trabajan aquí, creo. No sé. Y sobre la idea de las fotos, no tienen problema. Ya les he explicado lo ocurrido. Todo arreglado. Todo comprendido. Mi piso alquilado. Una nueva vida por comenzar.
Arranco, el motor comienza a sonar. Suspiro. Lo hago una vez más. Vista al frente. Estoy decidida. ¿Lo estoy de verdad? Sí. Me estoy intentando convencer a mí misma de ello. Piso el acelerador y comienzo a vagar sin ningún destino concreto por toda la ciudad. Cada vez me alejo más de ella. Le tiendo una larga mirada nostálgica y me despido de ella.
Después de unos minutos más, ya he pasado las afueras y me encuentro ya fuera de ella. Pienso en parar y echar la vista atrás, pero eso no me beneficiaría. Tengo que ser fuerte. Tengo que cambiar de vida. Y esto es lo que conlleva.
Mi móvil comienza a sonar repentinamente. No le presto atención a ninguna de las llamadas. Las ignoro. Son algunos de mis amigos buscando algún tipo de explicación concreta sobre mi ida. Cada vez que suena de nuevo, mi tentación de cogerlo aumenta, pero me freno a mí misma. No puedo tener nada de mi antigua vida. Eso sería retroceder de fases. Y ya debo de haber pasado a la quinta, supongo. Si es que hay quinta, no lo sé.
Decido encender la radio para distraerme un poco. Lo hago y comienza a sonar una de las canciones de Carlos Baute. Me acuerdo de los momentos con Álex y me enfado. La apago sin dudarlo. Esto no me ayuda. Nada en verdad. Me quedo en silencio con la sola compañía de mi yo interior.
Así van transcurriendo las horas hasta que decido que tengo hambre y paro en una pequeña venta cerca de la carretera. No tiene muy buena pinta. Ni siquiera sé dónde estoy. Supongo que bastante lejos de la ciudad, ya hace horas que la dejé atrás.
Entro en la venta, me siento junto a la barra y pido un bocadillo mientras el camarero no hace más que mirarme. Por lo que veo, debo ser la primera chica decente que pasa por aquí en semanas, ¿quizás meses? Quién sabe. El camarero me pregunta de qué quiero el bocadillo y le dejo que él mismo escoja. "Sorpréndeme."- Pienso. - "Seguro que lo haces mejor que mi móvil"
A los pocos minutos, ya tengo en mi mano un bocadillo de tortilla envuelto en papel. Le pago ante la atenta mirada de los demás hombres que toman copas junto a mí. Pago con desgana y me voy de allí en cuánto puedo. Esa gente no me gusta demasiado.
Me subo en el coche, pongo el bocadillo en el asiento de al lado y arranco de nuevo. No voy muy lejos de allí. Sólo unos cuántos kilómetros de aquel sitio, los suficientes para estar lejos de esa gente. Me detengo en el arcén, pongo las luces y comienzo a comer mi bocadillo.
Tiene un buen sabor después de todo. No es que el hombre se haya esforzado demasiado en envolverlo, pero bueno.
Me lo acabo enseguida, tiro el papel por la ventana y prosigo con mi camino.
Ya con el estómago lleno, comienzo a meditar la idea de que necesitaré un trabajo. Y un sitio dónde vivir, por supuesto. Quizás un piso alquilado me sirva. ¿Qué paradoja verdad? Huyo de mi vida pasada alquilando mi piso y ahora soy yo la que vivirá en una situación parecida a la del matrimonio a los que les he alquilado mi casa. Quién sabe qué me deparará el destino. Ojalá que me toque un casero bueno. ¿Así que ya tengo decidido que viviré de alquilada? A veces me sorprende lo rápido que tomo una decisión y la asumo.
Pasan varias horas más hasta que llego a una ciudad. Debo a ver llegado a Castilla y León por lo que parece. Miro los carteles y éstos me indican que he llegado a León. Medito la idea unas cuantas veces antes de volver a seguir mi camino. ¿Será esta la ciudad en la que mi vida cambiará? ¿Es esta la ciudad que quiero para pasar página? Antes de que pueda enlazar todos mis pensamientos y pueda crear una respuesta, un claxon de un coche me sorprende y hace que siga mi camino. Debo haberme parado demasiado en este semáforo. Arranco y sigo por la carretera. Para cuando me adentro en la ciudad ya tengo tomada una decisión. Sí, será aquí donde comience mi nueva etapa. Sonrío satisfecha por la decisión y comienzo a buscar algún sitio donde aparcar.
Paso la avenida. Observo la ciudad, la verdad es que he elegido bastante bien. La ciudad es preciosa. Veo coches pasar junto a mí, con mucha rapidez. La fugacidad de la ciudad.
Pocos metros más allá encuentro un sitio libre y aparco. Apago el motor. Paro un segundo para que todas mis ideas tomen un lugar determinado, se relajen. Tomo aire. Lo suelto. Esto lo repito varias veces más hasta que consigo afrontar que estoy a casi 400 kilómetros de mi ciudad, que aquí será donde emprenda una nueva vida, que no conozco a nadie aún y no sé a dónde iré. Poco a poco me relajo, cada vez más, pero nunca del todo. Ahora, al igual que cuando salí de mi casa, no sé que será de mí. No sé a dónde dirigirme. Sólo tengo una cosa clara: necesito un sitio para pasar la noche.

No hay comentarios:
Publicar un comentario