domingo, 11 de noviembre de 2012

Capítulo 5 Tú y tus tonterías

<< Good morning, get up! Good morning, get up!>>



Plaf, apagado. Maldito móvil. Entreabro los ojos hasta que mi vista logra adaptarse. Miro a mi alrededor. Mis ojos se abren rápidamente. ¿Qué es esto? No es mi piso... Pasan unos segundos hasta que empiezo a recordar el día de ayer y todo lo que pasó en él. Por fin sonrío un poco y me tranquilizo. Miro en mi mesilla en busca de mi móvil. No está aquí. Entonces miro al suelo y lo veo allí tirado. Lo he vuelto a hacer, no debo ser tan brusca cuando me levante. Lo cojo y miro la hora que es: las ocho y media. Qué temprano. Pero supongo que si quiero conseguir un trabajo y todo lo demás, tendré que empezar ya.

Me visto, me lavo y me maquillo un poco en un tiempo récord. Cojo mi bolso, mi móvil y la llave de la habitación y salgo de ella cerrandola bien. Me la guardo en uno de los bolsillos del bolso y bajo hasta el comedor. Cuando llego, me sorprende ver tanta gente. Desde luego, no me esperaba que en este hotelucho hubieran tantas personas.

Entro en el comedor y escojo una mesa en la que pueda estar apartada de las demás personas. Estoy bastante cansada y no me encuentro con demasiados ánimos como para empezar a hacer amigos.

Me dirijo hacia la mesa, dejo las cosas apoyadas en el respaldo de una de las sillas que la presiden y me siento. No es demasiado grande, pero así mejor, más acogedora.

No pasa mucho tiempo hasta que viene una camarera y me pregunta lo que deseo tomar. No me es demasiado difícil escoger lo que voy a desayunar. Unas tostadas con mantequilla y un poco de mermelada y un café con leche. La camarera me pregunta de qué prefiero la mermelada y le dejo que me sorprenda. Últimamente parece que me gusta que me sorprendan. La chica toma nota en su libreta y se va.

Suspiro. Cojo mi móvil y miro la hora de nuevo. Las nueve menos diez. Bostezo cansada. Dejo el móvil en el bolso y para cuando voy a incorporarme en mi sitio, siento unas manos en mis hombros. Me asusto y me doy la vuelta para descubrir quién es. Para mi sorpresa es aquel chico al que conocí ayer.

- ¡Bú!- Me sonríe y me guiña un ojo. Apoya sus manos en el respaldo de la silla.

- Uy, sí, que susto.- Hay que reconocer que sí que me ha asustado, de echo he pegado un respingo, pero espero que no lo haya notado.- ¿Qué haces aquí?

- ¿Es que no te alegras de verme?- Se sienta en una silla, enfrente mía y vuelve a sonreírme.

Yo le observo perpleja.

- Eso, sí, siéntate. No hace falta que preguntes ni nada...- Le echo una mirada sarcástica y espero a que se vaya por fin y me deje tranquila. Pero eso no pasa, no se va, sigue ahí sentado.

- Ah, ¿es que no puedo?

- Hombre prefiero desayunar sola, la verdad.- A ver si lo pilla de una vez y me deja tranquila, por favor.

- ¿Sí? Pues yo es que prefiero desayunar acompañado, ¿sabes?

- Ya, ¿pero no puede ser con otra persona que no sea yo? Hay mucha más gente por ahí, ¿ves?- Le indidco con la mirada todas las personas que hay en el comedor.

- Pero a esa gente no puedo picarlas cómo hago contigo.- Me mira desafiante.

Antes de que pueda responderle con alguna bordería cariñosa, la camarera aparece con mi desayuno. Lo pone en la mesa y mira con descaro al chico.

- Ponme a mí lo mismo también.- Le dedica una mirada furtiva a la camarera y le paga.- Cóbrame esto también.- Señala mi desayuno.

La camarera lo apunta también y suma la cantidad.

- ¿Qué?- Lo miro indignada. Lo que faltaba que me pague mi desayuno.- De ninguna manera vamos.

- ¿Por qué? Ahora me vas a negar que no te viene bien que yo te pague...

- Oh, ¿perdona? No sé quién te crees que soy, pero dinero no me falta, al menos.- Mi tono sube a la vez que mi rubor.

- Bueno, bueno, pero esta vez invito yo. Ya me lo perdonarás algún día.- Me guiña un ojo de nuevo y le paga a la chica quién nos sonríe mientras recoge la cantidad. No sé qué se creerá que somos. Una pareja de novios no, por supuesto.

Le miro aún cabreada, aunque tengo que reconocer que el detalle ha sido bonito, pero bueno.

Al rato traen su desayuno y comenzamos a comer a la vez. Doy un largo sorbo a mi café y observo cómo me mira. Suspiro.

- ¿Se te ha pasado ya el cabreo?- Le miro desafiante pero al final cedo y le sonrío.- Por cierto me llamo Félix.- Me estiende la mano.

Me quedo un poco aturdida durante unos segundos y nos damos la mano.

- Encantada, yo soy Violeta.- Nos sonreímos cortésmente aunque ya no haga falta, nos conocemos desde ayer.

- ¿Violeta?- Me mira con cara extraña.

- Sí, Violeta, ¿pasa algo?

- No, no. Es un nombre muy bonito.- Y me sonríe de nuevo.

- Ya. Bien, bien. Gracias.

Seguimos desayunando y de vez en cuando sale un tema de conversación. Le pregunto qué le ha deparado el destino para acabar aquí, en este hotel. Resulta que sólo son temas de trabajo y tal, nada con demasiada importancia. Aunque se quedará aquí una larga temporada. Sonrío, en realidad no sé por qué me alegro pero me alegra saber que no se irá. A decir verdad es el primer amigo que tengo desde que dejé todo atrás y llegué a esta ciudad. Más o menos se le puede llamar amigo, sí. Entonces llega el momento en el que él me pregunta cuál ha sido mi razón para llegar aquí. <<Es larga la historia>> <<Tranquila, tengo tiempo>> Suspiro. Nunca, desde que lo dejé con Álex, se lo había comentado a nadie. Mis amigos lo sabían, pero no por mí, sino por la estúpida de Alicia. Me lleno de fuerzas para contárselo y comienzo mi relato de lo que ha sido una mentira, ese amor falso con el chico al que creía que me amaba, todos los recuerdos que embarcaba esa casa, mi sufrimiento aquellos días, la idea de cambiar de vida, y todas las razones por las que me vine aquí, a León, lejos de mi ciudad y de todo lo que respecta a mi vida anterior. Detalladamente, sin pausa, le explico todo esto y él me escucha atentamente. A veces asiente y me mira. Parece interesado y por lo menos me presta atención, eso ya es difícil encontrarlo en un chico.

Para cuando termino, nos miramos, él se queda pensativo unos segundos y me vuelve a mirar.

- Ha debido ser duro para ti, ver que ese novio tuyo te engañó, después de...- Pero no sigue, se para ahí. Supongo que para no herirme más con esos recuerdos.- Pues es un estúpido, ¿sabes?

Ese comentario me hace reír. No me lo esperaba y menos de él. Le miro y está realmente serio, lo dice de verdad. Vaya.

- Sí, dímelo a mí.

- Bueno, pues ya sabes que puedes contar conmigo si te da el bajón o lo que sea.- Me sonríe y yo también lo hago. La verdad es que es bastante amable conmigo.

- Gracias... Félix.

- A ti, Violeta.- Los dos sonreímos. Doy un último sorbo a mí café y me levanto de la mesa.

- ¿Ya te vas?- Parece desconcertado, se levanta también.

- Sí, es que tengo que empezar a organizarme, buscar trabajo. Ya sabes.

- Sí, por supuesto.- Nos quedamos los dos en silencio.- Bueno, pues adiós. Hasta luego.-Le voy a dar la mano de nuevo pero parece que él tiene otro concepto de despedida porque me da dos besos en la mejilla.

Me quedo perpleja. Él se va primero. Le observo y me sonrojo. ¿Por qué? No lo sé. Pero bueno, no estoy para preguntas ahora. Yo también cojo mis cosas y salgo hacia la calle.

Algo confusa, empiezo a pasear por las calles en busca de algún trabajo. Aunque no se va de mi cabeza. Félix, bonito nombre.

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